El efecto Doppler también tiene lugar con las ondas electromagnéticas (como las luminosas), si una fuente emisora de luz se mueve con una determinada velocidad, las ondas que emite se ven afectadas por este efecto: la luz que emite en la dirección en que se mueve verán incrementada su frecuencia y las que se emiten en dirección contraria al movimiento disminuirán en frecuencia. Pero, ¿dónde apreciamos la frecuencia de una onda luminosa?
Como se observa en el diagrama superior en el que la frecuencia crece hacia la izquierda, concluiremos: la frecuencia de una onda luminosa está fuertemente ligada a su color (que no es más que una "invención" de nuestro cerebro). Si tuviesemos una pared blanca y la enfocáramos con dos linternas: una de luz azul y otra de luz roja, la primera poseerá mucha más frecuencia que la segunda.
Finalmente, recopilemos: el efecto Doppler afecta a otras ondas como las electromagnéticas y ponemos como ejemplo la luz que es más "fácil de ver" (nunca mejor dicho) puesto que la frecuencia es sencilla de percibir mediante la sensación de color.
Sorprendentemente, esta idea es una de las pruebas que avalan que el universo se expande. Vamos a comprobarlo:
Supongamos que tenemos un fuente luminosa, en el contexto cósmico: una estrella.
En esta imagen se aprecia la manera en que el efecto Doppler afecta a la luz que emite una estrella que se acerca a nosotros (aumenta: alta frecuencia = azul) y cuando se aleja (disminuye: baja frecuencia = rojo). Estos fenómenos se denominan corrimiento hacia el azul y corrimiento hacia el rojo, respectivamente.
En 1912, gracias a los trabajos del astrónomo norteamericano Vesto M. Slipher, que observo que en los espectros de galaxias (excepto en las más próximas) las líneas del espectro se desplazan hacia el rojo. Esto significa que la mayoría de las galaxias se alejan de la Vía Láctea (esto se debe al efecto Doppler). Así, ello se convirtió en una de las pruebas más relevantes que demuestran que el universo está en plena expansión.