La Antigua Grecia

Épocas
Edad Oscura 1100-750 a.C
Época Arcaica 750-500 a.C
Época Clásica 500-323a.C
Época Helenística 323-146 a.C
Grecia Romana 146 a.C-330
El concepto de «antigua Grecia» comprende, desde una perspectiva geográfica, un conjunto de territorios diversos unidos por un mismo proceso histórico con base en los fuertes vínculos que sus pueblos mantuvieron y en los aspectos comunes que compartieron. Sus habitantes se referían a este conjunto como Hélade, y fueron los romanos quienes posteriormente le asignaron el nombre de Grecia. La Hélade tuvo su base en tres grandes regiones, dos de ellas continentales y, una tercera, insular. Las regiones continentales comprendían la península Balcánica y las tierras costeras del Asia Menor (actual Turquía); la insular, por su parte, incluía el conjunto de islas del mar Egeo (Creta, el archipiélago del Dodecaneso, el archipiélago de las Cícladas y las tierras cercanas a la costa asiática).


Edad Oscura

En la época se produjo una abrupta baja demográfica y una serie masiva de migraciones que determinaron el establecimiento de poblaciones espontáneas y poco organizadas en diferentes puntos de la Grecia continental, las islas Cícladas y el oeste de Asia menor. Estas migraciones tuvieron un carácter étnico; así, por ejemplo, los dorios ocuparon la mayor parte del Peloponeso, Grecia Central y Creta, mientras que los jonios colonizaron la mayor parte de las Cícladas. Lo anterior se reflejó en el idioma, que derivó, asimismo, en multitud de dialectos. La economía, floreciente en el período micénico, se vio reducida a la agricultura, sustentada por esclavos, jornaleros (thêtes) y aparceros (hektemoroi). Se generalizó la pobreza y la escasez del ganado, que fue adquirido por unos pocos terratenientes. En este contexto, los trabajadores de la tierra se dedicaron a la agricultura de subsistencia, organizados en pequeñas comunidades que raramente excedían las veinte personas. La necesidad de nuevas pasturas para los animales produjo a su vez un incremento del nomadismo. En el ámbito religioso, continuaron los cultos micénicos. En el terreno del arte y la cerámica, se produjo un empobrecimiento de las formas micénicas; generándose posteriormente dos períodos arqueológicos: el protogeométrico (1050 a. C.-950 a. C.) y el geométrico (950 a. C.-700 a. C.), que harían evolucionar lentamente la calidad y técnica artesanales hasta concluir, ya en los albores de la Época Arcaica, en un mundo ornamental nuevo y plenamente desarrollado. La evolución mencionada durante estos períodos se limita casi exclusivamente a la cerámica; no existe evidencia de que se hayan erigido monumentos durante la Edad Oscura y las representaciones antropomórficas fueron usualmente grabadas en ánforas. En el ámbito de la arquitectura, se abandonó la construcción en piedra.


Época Arcaica

En el siglo VIII a. C., Grecia empezó a salir de la Edad Oscura que siguió a la caída de la civilización micénica. Al pueblo le faltaba alfabetización y se había olvidado el sistema de escritura micénico. Pero los griegos adoptaron el alfabeto fenicio y lo modificaron para crear el alfabeto griego. Grecia se dividió en muchas comunidades autónomas pequeñas. Esta pauta fue impuesta en gran parte por la geografía griega, donde cada isla, valle y llanura se aísla de las demás por el mar o las sierras. Como producto directo de las migraciones previas, dichas comunidades mostraban un carácter étnico: durante el siglo VII surgió Argos, habitada por dorios, como una de las ciudadades principales del Peloponeso. Dicha ciudad fue cediendo gradualmente influencia a su rival Esparta, también dórica. Por su parte, Atenas se convirtió en la residencia principal de los jonios en los Balcanes. En la primera mitad del siglo VII a. C. se vivió la Guerra Lelantina, un conflicto prolongado que se distingue como la guerra documentada más temprana del período de la Antigua Grecia. Lucharon entre sí las ciudades-estado entonces importantes Calcis y Eretria sobre la llanura lelantina fértil de Euboea. Ambas ciudades parecen haber sufrido declives por resultado de esta larga guerra, aunque Calcis fue el vencedor nominal. En el correr del siglo VI, se comenzó a utilizar monedas, aunque serían necesarios siglos para el desarrollo de una economía monetaria plena. Parece haberse gestado tensión en muchas ciudades-estado. Los régimenes aristocráticos que, por lo general, gobernaban las llamadas poleis, que se sentían amenazados por la nueva riqueza de los comerciantes, que a su vez deseaban poder político. A partir del 650 a.C., las aristocracias tenían que luchar para evitar ser derrocadas y reemplazadas por tiranos populistas. Una población cada vez mayor y la falta de tierras provocaron conflictos internos entre los pobres y los ricos en muchas ciudades-estado. En Esparta, las guerras mesenias resultaron en la conquista de Mesenia y la esclavitud de los mesenios, a partir de la segunda mitad del siglo VIII a. C., constituyendo un acto sin precedentes en la Antigua Grecia. Esta práctica produjo una revolución social. La población subyugada, desde entonces conocida como hilotas, labraban y trabajaban para Esparta, mientras todos los ciudadanos varones se convertían en soldados de un estado permanentemente militarizado. Esta igualdad entre los pobres y los ricos servía para distender los conflictos sociales. Las reformas precedentes, atribuidas al enigmático Licurgo de Esparta fueron probablemente completadas antes de 650 a.C Atenas, por su parte, sufrió falta de tierras y una crisis agraria a finales del siglo VII, también resultando en conflictos civiles. El arconte (magistrado) Dracón promulgó reformas severas en 621 a.C., pero éstas no pudieron acallar el conflicto. Al final, las reformas moderadas de Solón (594 a. C.) le dieron a Atenas cierta estabilidad, mejorando la vida de los pobres aún cuando afianzaron a la aristocracia en el poder. Para el siglo VI a.C. varias ciudades se habían vuelto dominantes en la civilización griega: Atenas, Esparta, Corinto y Tebas. Cada una había puesto las áreas rurales y los pueblos menores a su alrededor bajo su control. Además, Atenas y Corinto se habían convertido en grandes potencias marítimas y mercantiles.