TEMA 1
El horizonte de los pensadores griegos
Las primeras referencias históricas que tenemos del término filosofía se encuentran en los escritos de Diógenes Laercio, que narra la vida de Pitágoras. Este fue el primero que utilizó el término de filosofía y se llamó así mismo filósofo. Pitágoras argumentaba que solo los dioses son sabios, y el hombre es alguien que tiende, se aproxima y ama la sabiduría (sophía).
Los modos de la filosofía griega
Hay varios modos de entender la filosofía:
Posesión de la verdad sobre la naturaleza: La naturaleza es el conjunto estructurado de todas las cosas que existen. Es un movimiento ordenado por el que esta va adquiriendo diversas formas desde sí misma. Tiene un carácter cíclico y las cosas acontecen con un orden y una medida: el tiempo. Los primeros filósofos buscan este orden y medida: la verdad de la naturaleza.
Visión del ser: Al filósofo no solo le preocupa que las cosas se muevan ordenadamente, sino el hecho de que las cosas “son”. Son “realidad”, tienen “ser”. El filósofo está atento a los procesos por los que las cosas llegan a ser o dejan de ser.
Ciencia racional de las cosas: La filosofía es una averiguación de lo que cada cosa es. La inteligencia tiene que distinguir y diferenciar lo que las cosas son.
Como retórica y cultura: No es solamente entender las cosas sino darlas a conocer a los demás. Para ello, el hombre tiene que aprender a comunicarse y saber enseñar. La filosofía aparece como una “técnica” para convivir en la ciudad (polis).
El origen de la actitud filosófica: la extrañeza
El ser humano tiene un deseo irreprimible de saber. Esto arranca de la extrañeza ante las cosas. Las cosas y las personas se nos presentan ante nuestros ojos y despiertan en nosotros la curiosidad, la admiración, la extrañeza. Y de ahí surge el deseo de saber y conocer utilizando la razón.
La filosofía como actitud
La actitud filosófica consiste en ese “vivir despierto”, en un constante inconformismo que nos lleva a plantear preguntas. Quien tiene actitud filosófica no se habitúa al mundo. No puede vivir dormido sino en alerta, despierto y mirando.
La actitud filosófica se distingue de la “actitud natural”, que es aquella que no se cuestiona y que desarrolla la vida respondiendo tan solo a la urgencia de la supervivencia. La actitud filosófica plantea interrogantes radicales y últimos, busca el sentido de la existencia e intenta alcanzar lo que está más allá.
Saber y sabor filosófico
La actitud filosófica es aquello que nos obliga a interrogarnos, tiene dos dimensiones: el saber, el conocimiento; y el sabor, el gusto por las cosas. La filosofía es también poder disfrutar del conocimiento.
La persona, protagonista
No solo los grandes filósofos del pasado o los grandes pensadores actuales son los protagonistas de la filosofía, lo es cualquier persona que se pregunte por aquello que le rodea. Nuestras preguntas sobre nuestra circunstancia, mantienen viva la filosofía: contribuir a una mayor humanización.
De nada serviría la filosofía si no puede decir nada al ser humano. Si la filosofía no sirve para la vida, no sirve para nada.
Filosofía y vida cotidiana
En otros momentos de la historia los ideales de vida estaban relacionados con un ideal heroico o un ideal religioso, hoy ha cobrado fuerza la necesidad de valorar todos y cada uno de los momentos de la vida cotidiana. Conjunto de las actividades que realizamos tanto en nuestra vida privada como en nuestra vida pública. Es el conjunto de hábitos cotidianos con los que nos instalamos en la realidad. Nos instalamos cuando no hay sorpresas. La filosofía puede desempeñar un papel decisivo en este proceso de instalación en la vida cotidiana. Porque nos pone ante nosotros la vida cotidiana como un problema. Como algo de lo que tenemos que hacernos cargo.