Los signos son realidades que percibimos por los sentidos (vista, oído, olfato, gusto y tacto) y que significan algo.
Constan de dos elementos: el significante y el significado.


Clases de signos

Existen dos clases de signos: las señales y los síntomas o indicios.

Las señales

Las señales son signos creados por el ser humano para comunicarse.
Tienen las siguientes características:

· Cuando las señales guardan alguna relación de semejanza con la realidad que representan se llaman iconos. Por ejemplo: la silueta de una mujer en la puerta de entrada a los lavabos.
· Cuando las señales representan una entidad social, cultural o religiosa reciben el nombre de símbolos.

Los síntomas o indicios

Los síntomas o indicios son signos que hacen referencia a fenómenos naturales y no tienen intención de comunicar nada, aunque sí nos indican algo.
Los síntomas, por tanto, no están codificados.

Componentes del signo lingüístico

El signo lingüístico se compone de dos planos que se relacionan entre sí: el significante y el significado.

  • El significante se concreta en dos dimensiones:
- Los sonidos que pronunciamos y se transmiten a través del aire.
- Y la imagen acústica que tenemos de tales sonidos en nuestra mente y que nos permite reconocer cada uno de los sonidos aunque se pronuncien diferente.
  • El significado se concreta también, en dos dimensiones:
- La realidad a la que aplicamos el término.
- Y el concepto de la palabra.

Características de los signos lingüísticos

· Los signos lingüísticos forman parte de un código. Una lengua es un código, es decir, un sistema formado por un conjunto de signos lingüísticos t de reglas de combinación que nos permiten construir mensajes.

· Los signos lingüísticos son convencionales. Están creados por acuerdo implícito entre los usuarios.

· Los signos lingüísticos son lineales. Nuestros órganos articulatorios no nos permiten emitir varios sonidos de forma simultánea. Por eso, nuestros sonidos se ordenan linealmente, es decir, uno detrás de otro.

· Los signos lingüísticos son arbitrarios. Es decir, no hay una relación de semejanza entre el significante de un signo lingüístico y la realidad que representa.

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